Retiros para todo: cómo la escapada a la naturaleza y la ilusión de un tiempo propio se han convertido en negocio.

Jara B. Gavín(EL DIARIO)


Cinco horas y cuarenta y cinco minutos es el tiempo medio diario que los españoles pasamos de manera activa frente a la pantalla. Un 35% de nuestro tiempo despiertos que se nos va, además, en permanecer conectados a Internet, ya sea con lo que ocurre a nuestro alrededor o bien con otros usuarios, a través de las redes sociales; esos entrenados generadores de dopamina y FOMO (del inglés Fear Of Missing Out, que sería algo así como miedo a perderse algo) que nos mantienen hipervinculados al trabajo, amistades, familia y, también, a toda tendencia que comience a despuntar al otro lado de la pantalla.

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Y si hay una tendencia que, en los últimos años, está ganando adeptos a través del imparable escaparate que conforman Internet y las redes sociales es, paradójicamente, la de tomarse un tiempo propio para desconectar de todo. ¿A qué se debe este boom?

Conectarse para desconectar

Basta con hacer una búsqueda rápida en Internet para encontrar cientos de opciones de retiros en la naturaleza que, aunque en su origen estaban basados en la práctica del yoga, la meditación o las terapias alternativas al aire libre, con cada vez más frecuencia ofrecen actividades como trabajar en un huerto, dar paseos por el bosque, cocinar o, simplemente, dedicarse a la vida contemplativa.

Y son concretamente las redes sociales el lugar en el que, cada vez más perfiles, ofrecen fotos de entornos naturales idílicos y vídeos que se reproducen en bucle al son de canciones que prometen trasladarnos al Nirvana, bombardeándonos con un estilo de vida que alaba las bondades desconectar en la naturaleza pero que, sin embargo, disparan su hechizo desde un lugar que ha pasado de ser un espacio de conexión a situarse como una de las mayores y más peligrosas adicciones del s.XXI.

La paradoja no reside únicamente en el hecho de que ese retiro que nos ayudará a “desconectar de todo” aparezca, la mayoría de las veces, tras las mismas pantallas que terminan por saturarnos y hacernos sentir que estamos demasiado conectados con lo de fuera y poco conectados con nosotros mismos sino que, además, muchas de las actividades que se ofrecen en estos retiros son perfectamente factibles sin la ayuda de guías, facilitadores o chamanes.

¿Qué nos está ocurriendo para estar dispuestos a desembolsar cantidades de dinero —en ocasiones desorbitadas— por realizar actividades que podríamos incorporar a nuestra vida de manera gratuita o mucho más económica?

El día a día, el confinamiento y la espiritualidad

En una sociedad dominada por la productividad y unos niveles de consumo que serían imposibles de sostener si no dedicáramos la mayor parte de nuestro tiempo a, precisamente, producir, tomarnos un descanso alejados de cualquier reminiscencia a lo laboral es lo más parecido a unas vacaciones en el paraíso, incluso si estas se producen en la sierra de al lado de casa.

Salvo que en este tipo de vacaciones, las que ofrecen los retiros wellness en la naturaleza, sabemos que, además del trabajo, tendremos ‘permiso’ para olvidarnos, durante unos días, de atender a cualquier persona —incluidos familiares, amigos o pareja—, asunto o actividad que no seamos nosotros mismos y nuestro bienestar.

Puede que, precisamente, sea esta una de las claves del éxito de estos retiros: permitirnos el lujo de ‘hacernos caso’ sin sentirnos culpables por haber dejado de hacer, durante unos días, lo que, bien la sociedad, bien nuestro círculo cercano, espera de nosotros.

Esa autoexigencia, ese sentimiento de no poder parar es, probablemente, el que nos empuja a buscar alternativas y opciones que nos eximan de la culpa que genera el necesitar o, simplemente, querer tomarnos un tiempo para nosotros mismos. Y, seguramente, haya algo de cierto en que si estos pequeños momentos de descanso y autocuidado se producen previo desembolso económico, de alguna manera, ‘nos lo habremos ganado’.

El otro gran motivo por el cual este tipo de retiros o viajes guiados a la naturaleza está experimentando un crecimiento imparable reside, sin duda, en el confinamiento vivido hace tres años. Según explica Víctor Vallés, médico de familia, a elDiario.es este tuvo “un gran impacto en nuestra manera de ver y apreciar los beneficios de estar en contacto con la naturaleza, algo en lo que muchas personas ni siquiera habían reparado antes de la pandemia. Ahora son esas personas las que necesitan que alguien las guíe en sus primeras experiencias con el entorno natural, ya sea practicando yoga, meditación o recogiendo setas en el bosque”.

Para Elisa Torres, también médica de familia, “existe además un componente directamente relacionado con la ruptura que las últimas generaciones han experimentado con respecto a la espiritualidad; mientras que la religión no deja de perder adeptos, muchos de estos retiros en los que se espiritualiza a los elementos de la naturaleza, actividades o incluso al propio cuerpo humano, no dejan de ganarlos”.

Gregorio Expósito, psicólogo general sanitario, refuerza esta última idea apuntando la importancia que la espiritualidad ha tenido históricamente en la evolución del ser humano: “Creer en algo, ya sea en un árbol que da frutos, en la capacidad de las estrellas para guiarnos o en el calor del sol, ha sido, durante años, el motivo por el cual las etnias y las tribus se han unido; eso es lo que hace que el grupo se una y se cree un sentimiento de pertenencia a una comunidad”.

Mientras que la religión no deja de perder adeptos, muchos de estos retiros en los que se espiritualiza a los elementos de la naturaleza, actividades o incluso al propio cuerpo humano, no dejan de ganarlos

Elisa Torres — médica de familia

El precio del bienestar

En los últimos años, y especialmente después de una pandemia que puso en el centro la necesidad de atender nuestra salud física y mental, el llamado turismo wellness o de bienestar en el que se ubican estos retiros en la naturaleza, ha experimentado un crecimiento sin precedentes que se explica, sobre todo, debido al aumento del estrés y el deterioro de la salud mental derivadas de un estilo de vida que cada vez nos deja menos tiempo para, precisamente, vivir.

Esta industria cuenta con unas cifras de negocio globales en torno a 4,3 billones de dólares, en datos de 2020 recogidos por Statista, y con un pronóstico de crecimiento que alcanzaría los 7 billones en 2025. Cuesta no preguntarse cómo es posible que estos hayan terminado por convertirse en una vía de escape al mismo bucle de consumismo capitalista en que, en el fondo, también se ubican.

Pasar un par de días de conexión con uno mismo, rodeado de naturaleza y, eso sí, con todas las comodidades que ofrece un hotel o alojamiento rural, no es barato, ya que la media de precios para dos días de retiro se sitúa en torno a los quinientos euros. Un presupuesto diario que, según un informe de SRI International para el Global Spa and Wellness Summit (GSWS), ya en 2015 se situaba un 59% por encima del gasto que dedicamos a otros modelos vacacionales y cuyo interés se ha multiplicado exponencialmente en los últimos tres años (un 42% de la población lo considera ahora una prioridad, según recoge un informe que analiza diferentes mercados de la consultora McKinsey).

Al hilo de esto, producciones como Nine Perfect Strangers, la psicodélica tragicomedia en la que Nicole Kidman reunía a nueve personajes llenos de luces y sombras en un retiro de transformación de mente y cuerpo, o retrocediendo hasta los inicios de este boom de la espiritualidad aspiracional, la exitosa Come, Reza, Ama, son dos ejemplos en los que resulta fácil leer entre líneas que esta especie de viajes iniciáticos nos procurarán, además de bienestar, un particular estatus que se mueve entre el éxito (laboral, económico o vital) y lo cool.

Y es que la locura por abrazar esta forma de vida, aunque sea por unos días, ha llegado también a las capas más altas de la sociedad, en las que el ideal de pasar unas vacaciones en un hotel con mayordomo, piscina infinita y barco privado se ha sustituido por encierros en templos de meditación —eso sí, rodeados de lujo— y viajes en los que el mindfulness se alza como la solución a cualquier quebradero de cabeza.

¿Qué nos está ocurriendo para estar dispuestos a desembolsar cantidades de dinero que, en ocasiones, son desorbitadas por realizar actividades que podríamos incorporar a nuestra vida de manera gratuita o mucho más económica?

Todos quieren alcanzar el Nirvana

Y aunque, independientemente del número de ceros de nuestra cuenta bancaria, necesitar un descanso, querer estar más presentes y ser más conscientes del lugar que debemos ocupar en nuestro propio mundo tenga más de bueno que de malo, el problema llega, muchas veces, en el modo en que se nos trata de convencer de que este o aquel retiro nos cambiará la vida.

Preguntas y afirmaciones como “¿Necesitas encontrar tu propósito en la vida?”, “¿Quieres escapar del día a día y conseguir la vida de tus sueños?”, “¿Te sientes agotado?” o “Retoma los mandos de tu vida”, repetidas de manera constante, pueden llegar a hacernos creer que, realmente, pensar que nuestra vida es muy mejorable es quedarse corto.

Fotograma de ‘Nine Perfect Stories’. Hulu

El discurso es tan convincente y la promesa de cambio tan atractiva que ha conseguido crear un producto que apela a un público muy diverso. Aunque resulte difícil bocetar un cliente tipo asiduo a este tipo de retiros, Marta (pseudónimo), guía profesional en un retiro del Pirineo aragonés, comenta, según su experiencia, que “sigue habiendo una mayoría de mujeres de entre 25 y 70 años que, sobre todo, llegan al retiro con ganas de estar a solas, aunque después se produzca un curioso fenómeno de conexión entre el grupo”.

El atractivo de los retiros en la naturaleza parece tener efecto ya que la experiencia de los usuarios es, la mayoría de las veces, positiva, con una alta tasa de repetición. En la valoración posterior que dan los usuarios, explica la guía a este periódico, se suele destacar la gastronomía vegana o vegetariana disponible en el retiro, la posibilidad de conectar con otras personas con inquietudes similares —algo que cobra especial relevancia en una sociedad cada vez más individualista—, la desconexión de las situaciones cotidianas y tener la oportunidad de ocuparse de uno mismo mientras se experimentan unos niveles de calma poco habituales.

Cuando tras un retiro vacacional está una pseudoterapia:

En verano, los retiros vacacionales pueden ser una propuesta interesante de cara a unos días de descanso. Sin embargo, no todas las ofertas son fiables. Según el estudio Los retiros más peligrosos para la salud, está creciendo el número de ofertas entre las que se esconden pseudoterapias dirigidas por sectas, potencialmente dañinas para nuestra salud, nuestra economía o nuestro bienestar social. Queremos profundizar en las conclusiones de este estudio con dos de sus autores: el psicólogo Carlos Sanz Andrea y el investigador de sectas Luis Santamaría del Río, que han colaborado junto al Instituto Salud sin Bulos. Escucha con atención su conversación con Mara Peterssen.

https://www.rtve.es/play/audios/el-gallo-que-no-cesa/entrevista-17-agosto-peligros-retiros-vacacionales-pseudoterapias-sectas/6671798/

Mundo Consciente, la secta negacionista de la Covid en Gredos: «El contacto íntimo era casi obligado

Bajo el lema «Vacaciones en Gredos», una agrupación denominada Mundo Consciente comenzó hace años a expandir su mensaje a través de las redes sociales. Con el desarrollo personal como carta de presentación, este grupo promete una experiencia espiritual única en plena Sierra de Gredos. En un paraje natural a tan solo dos horas de Madrid, ofrecen un asentamiento que se anuncia como cálido, comprensivo y abierto. Con la llegada del estado de alarma, diversos medios se hicieron eco de esta comunidad que prefirió permanecer confinada en su particular paraíso montañoso al sur de Ávila.

Sin embargo, meses después, decenas de personas dicen haber sido afectadas por lo que,
según su testimonio, parece tratarse de una secta. Actualmente, la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de la Debilidad (RedUne) advierte de las prácticas abusivas de esta organización que aumentó su presencia online durante la situación del Covid-19.
«Este es un centro donde puedes aprender a ser más feliz», «El secreto para ser feliz es vivir el aquí y el ahora». A través de una publicación de Facebook con estas frases, Rubén llegó hacia la página de Mundo Consciente. Se encontraba en un momento de soledad cuando se topó de frente con la solución a su ansiedad. «¡La felicidad se aprende! Todas las actividades, el ambiente y el entorno que te ofrecemos están enfocadas a estimular tu capacidad de ser feliz», rezaba un cartel donde se ofrecía un retiro vacacional en la sierra de Gredos.

«Mi intención era irme de vacaciones y conocer gente», afirma Rubén en conversación con EL ESPAÑOL. «Ellos ofertaban actividades de yoga, danza y paseos. Quise probar algo diferente y me fui hacia allí». No obstante, el primer encuentro dentro de aquel grupo no le causó una buena sensación. «Me llamó la atención que justo al llegar los monitores nos reunieron en una sala y nos hacían contar nuestros problemas más íntimos», asegura. «En aquel momento pensé que me había metido en una secta, pero cuando la gente empezó a abrirse me sentí identificado con algún testimonio y decidí seguir para ver qué sucedía».
Rubén ahora lamenta no haberle hecho caso a su intuición cuando entró a valorar las actividades que desarrollaban en aquella comunidad. «Hacían que la gente dudase de sus
sentimientos e incluso los humillaban públicamente», rememora. «Decían que te iban a sanar espiritualmente, pero solo hurgaban en tus heridas para generarte una dependencia
emocional». Afectado a nivel psicológico, Rubén regresó asiduamente a aquellos retiros en busca de la compasión y el cariño grupal que había recibido los primeros días.


Más adelante comprendió que aquel afecto inicial no había sido más que un cebo para captarlo y aprovecharse económicamente de él. «Te generaban la necesidad de asistir a sus cursos, terapias y videollamadas, todo previo pago. Me dejé más de 16.000 euros en pocos meses», sostiene. «Me propusieron abandonar mi empleo y vender mi casa para permanecer allí». Pero Rubén prefirió volver a su vida de siempre y buscar ayuda psicológica. Lejos de salir intacto, a día de hoy describe el trauma profundo que le supone el haberse sentido «engañado y estafado».


Confinados en el retiro


A pesar de que Rubén fue una de esas personas que regresó a su casa, muchos fueron los
fieles que quisieron permanecer en las instalaciones de Mundo Consciente durante la situación del estado de alarma del pasado 2020. A través de redes sociales, este grupo presumía de ser el último reducto sano de España, un espacio libre de Covid-19 debido a la saludable forma de vida que se practicaba allí dentro. «Muchos decidieron quedarse porque no había que usar mascarilla ni mantener distancias», relata otra exadepta. «La gente se daba abrazos, besos y de todo sin usar protección», describen. Desde marzo del año pasado, «Vacaciones en Gredos» hacía alarde de sus medidas higiénico-sanitarias, la mayoría de ellas basadas en pseudoterapias que en su página web anuncian como infalibles.

«Promovemos un programa para desarrollar el sistema inmunológico y hacer a nuestros residentes más resistentes al coronavirus», escriben en su web. Posteriormente, dan a conocer sus recomendaciones: «beber cada quince minutos para que el virus vaya al estómago y no a los pulmones; tomar infusiones calientes de jengibre, que neutralizan el virus: promover los baños al sol y hacer gárgaras con soluciones desinfectantes eliminando los posibles virus antes de bajar a la tráquea y luego a los pulmones». Estos métodos sin base científica eran promovidos como una alternativa a la ciencia común.

Tal y como relata una testigo: «Llegué a escuchar que los médicos no tienen ni idea y que las medicinas son malas, que todo se cura con un cambio de alimentación». Aunque desde Mundo Consciente no se llamaba abiertamente al negacionismo, dentro de su seno se alimentaban opiniones no muy favorables a la vacunación y se aseguraba que el Covid-19 solo atacaba «a personas insanas, de malos hábitos». En tiempos donde no se podían realizar reuniones se anunciaban como una especie núcleo familiar donde convivían más de treinta personas, incluido un niño de 10 años.

Según cuenta Juantxo Domínguez, presidente fundador de la asociación de prevención sectaria y de ayuda a las víctimas, RedUNE: «Los grupos coercitivos siguieron funcionando durante la pandemia, algunos incluso crecieron gracias al uso continuo de internet», señala. «Muchos se adaptaron muy bien a los nuevos formatos, por lo que el contacto con una secta te puede llegar a través de una masterclass, de un anuncio en una red social o, en el caso de Mundo Consciente, de una oferta de vacaciones».

El experto, que lleva más de 20 años dedicado al estudio del fenómeno sectario en España, añade además que «el concepto de secta ha cambiado radicalmente. Hace décadas los casos más habituales nos venían desde organizaciones religiosas, hoy por hoy casi el 70% de las captaciones las logran de agrupaciones que aseguran estar enfocadas al crecimiento personal y al aumento de la autoestima de la persona». Domínguez advierte de la rapidez del proceso de alienación y anima a usar el espíritu crítico y el contraste de información ante cualquier situación sospechosa.

Isabel buscaba su propia mejora personal cuando una amiga la convenció de unirse a un retiro espiritual en plena montaña. Una página de Facebook de más de un millón de seguidores la terminó de seducir del todo. Las publicaciones de Mundo Consciente concordaban con su forma de percibir el mundo. Amante de la sierra y de la naturaleza, no pudo dejar escapar la oportunidad de lograr el bienestar y el crecimiento espiritual que tanto ansiaba. «Escucharás el canto de los pájaros en tu ventana cada mañana y practicarás actividades de yoga, meditación, mindfuldness y biodanza», plasmaba el portal de «Vacaciones en Gredos».

Ajena a alguno de estos términos, puso rumbo a esta tierra prometida de felicidad a los pies de la sierra, donde el río Tajo y el Duero divergen y perfilan con su cauce un paisaje de postal. Allí los monitores la introdujeron a los demás y la animaron a integrarse, a liberarse emocionalmente, a contar sus penas y preocupaciones ante gente desconocida.
No obstante, desde el primer día Isabel afirmó sentirse confundida: «Te decían que te tenías que desprender de la culpa y del individualismo». Pero desde el primer día sintió que le «daban una de cal y otra de arena». Las primeras vejaciones públicas no se hicieron esperar, especialmente cuando su punto de vista difería del de los supuestos terapeutas que dirigían las actividades.

«Si no estabas de acuerdo en algo usaban al grupo para hacerte cambiar de idea». La confusión, el miedo y las dudas iban en aumento cada día. En un principio, decidió quedarse porque ya había pagado aquellas vacaciones a un precio desorbitado. Sin embargo, pronto se vio aturdida y enzarzada dentro de una relación tóxica grupal. «Apenas tenías tiempo de pensar entre actividad y actividad. Si no querías acudir a algún taller iban a tu habitación a buscarte y te señalaban en público como una persona negativa, poco colaborativa o manipuladora».

Pasadas las semanas, las reuniones en comunidad fueron intensificando su crueldad. Según el relato de la víctima: «En todas las salas se hablaba de nuestras sombras, casi nunca de lo bueno. Te lanzaban insultos sexistas como «calientapollas» o «reactiva»». Uno de los improperios más comunes era el de «cerebro de mosquito» o «atontao». También eran habituales los golpes con cojines para «hacer despertar a la persona y que sea más consciente». Se incitaba al grupo a denigrar a un miembro con la excusa de que así uno aprendía a afrontar las críticas y burlas.

«Nos decían que el dolor era algo pasajero y el sufrimiento, opcional». No obstante, este tipo de prácticas la sumieron en una profunda depresión que desde su entorno le negaban. «Dudaba de mí misma al estar sola y pensaba que quizás ellos tenían razón». Isabel relata que esta presión estaba destinada a su beneficio (y tu maleficio) económico. «Cuando pagabas el próximo retiro te aplaudían públicamente, te decían que eras consciente y te subían la misma autoestima que te habían destruido. Si no tenías dinero te comentaban que aquello eran creencias limitantes y te forzaban a pedirle una inyección económica a tu familia o al banco. Acabé arruinada».


El trato a la mujer


Según cuenta la psicóloga experta en sectas Laura Merino: «Una de las formas de retención de la víctima más comunes es la de someterla a un proceso de despersonalización que puede pasar por cambiar su dieta, su forma de vestir, de expresarse o hasta incluso su propio nombre». En Gredos se debía seguir una dieta obligada sin carnes, pescados, azúcar ni café.

Pero, por encima de todo, Isabel resalta que la peor manipulación en este sentido se dio
cuando se vio influida para emparejarse. «Me decían que saliese con tal hombre, que conociese a aquel que era majo. Nos animaban a acercarnos». Otra mujer que describe una experiencia similar es Nuria, quien afirma que desde el grupo se animaba al género femenino a contonearse de manera sensual hasta llegar al roce con los varones, especialmente con los líderes. «En muchas prácticas el contacto íntimo era casi obligado ya que de otra forma parecías que fueras rara», relata. «En el ambiente que se creaba de compañerismo y confianza algunos hombres se aprovechaban de esa situación para tocarte indebidamente, también los monitores utilizaban su poder para seducir a las mujeres».

«Todo incitaba al restriego con los jefes, especialmente durante las sesiones de contacto y
los baños nudistas en las pozas. Ellos se aprovechan de chicas vulnerables, las tratan como objetos con la excusa de la paz y amor y del New Age», asevera Luisa, otra afectada. Por su parte, describe que a pesar de tratarse de una comuna autodefinida como pacifista, dentro de ella fue testigo de un episodio de violencia hacia una joven: «Entramos en una habitación y vimos a uno de los monitores discutiendo con una chica a la que siempre calificaba de rebelde, reactiva y problemática. En un momento dado, le echó la mano al cuello, como si la quisiera ahogar».

Luisa reconoce que a pesar de que aquel acto la horrorizó, fue incapaz de reaccionar. «Nadie en la sala actuó para defender a la muchacha, ni siquiera yo, me sorprendí a mí misma paralizada. Por un momento pensé que él, que era líder y maestro, tenía la razón y que todo lo que él hacía estaba bien hecho».


Contra las acusaciones


Desde Mundo Consciente han negado la veracidad de las quejas a las que este diario ha tenido acceso a través de RedUne. La plataforma de apoyo a las víctimas respalda los testimonios de las personas que han dado su voz a este reportaje, las cuales han usado nombres ficticios para perseverar su seguridad psíquica y su derecho al anonimato. En contacto con este diario, el portavoz de la agrupación de Gredos ha restado valor a ciertos comentarios que califica como «rumores de la competencia o narraciones manipuladas de alguna persona descontenta con el servicio que dan, que probablemente no hayan entendido el espíritu de las vacaciones o padezcan algún tipo de desorden mental que ellos no pudieron manejar».

En Mundo Consciente presumen de llevar «más de 20 años haciendo felices a las personas, produciendo grandes cambios en su personalidad y forma de vida». El precio de su retiro se sitúa en 100 euros el día, cobrándose algunas actividades aparte. También se ofrecen retiros online por la cantidad de 10 euros, iniciativa que nació durante la pandemia. «Es una inversión emocional», argumentan.

Tanto el portal RedUne-InfoSectarismo como la web EducaSectas han comenzado a expandir las primeras informaciones que alertan sobre prácticas abusivas descritas por actuales pacientes. Muchos de los cuales, según sus profesionales, padecen hasta día de hoy secuelas muy severas de depresión, ansiedad, pensamientos suicidas y una sensación de engaño y vergüenza que les impide desarrollar su día a día o tomar decisiones.

La psicóloga Laura Merino atiende tanto a las familias como a los afectados por grupos coercitivos en el gabinete TAP, de la ciudad de Madrid. Como experta recomienda a las personas cercanas a las víctimas que «no les increpen y les digan que están manipulados, sino que les den apoyo y permanezcan en contacto con ella en todo momento». La terapeuta afirma que hay que ser comprensivos porque «en el mundo hay una secta para cada persona y todos somos vulnerables de ser captados en algún momento de nuestras vidas».
MARTA CORBAL CABALLÉ
«El Español»»30.08.2021

MÁS INFORMACIÓN: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2020/05/08/gallego-lidera-confinamiento-32-personas-hotel-rural-avila/0003_202005G8P36991.htm

RETIROS ESPIRITUALES ,LA TRAMPA OCULTA (testimonios, entrevistas, Mundo Consciente).

Después de años sin celebrarse, este verano han eclosionado los retiros que venden la conexión con la naturaleza

Buscan mecanismos para enganchar a los más vulnerables, y algunos pueden resultar peligrosos para la salud

NIEVES MIRA -ABC  Agosto2022

Son las 4.30 horas y suena la alarma. Toca ponerse en pie, pero antes de desayunar aún quedan por delante dos horas de meditación en un enclave idílico situado en Ávila. Eva (nombre ficticio, prefiere no revelar su identidad) asiste a un retiro espiritual de diez días para introducirse en la meditación Vipassana, una técnica que busca desarrollar la concentración, la sabiduría y enseñar los altos valores morales, tal y como fue redescubierta y enseñada por el Buda. Diez días en silencio en plena naturaleza que atraen a muchos turistas espirituales, pero también a aquellos que necesitan seguir escalando dentro de la telaraña que esconden algunos de estos eventos de sanación. Lo que Eva desconoce es que a partir de hoy, su cabeza hará clic y comenzará a dudar de todo lo que dio por sentado durante los últimos 16 años.

Para empezar a preguntarse cosas, Eva tiene que asistir a uno de los momentos más impactantes que recuerda. Una chica de las del grupo sufre un desvanecimiento, pero nadie de la organización acude en su ayuda. «Me levanté a atenderla, pero los profesores ni se inmutaron. Por suerte, había entre las asistentes una sanitaria, que también la ayudó», recuerda ahora. Es lo que llaman la ecuanimidad elevada al máximo. «La masa allí presente miró hacia los profesores, y su inacción fue una sujeción para todos. Me impactó, pero también te queda la duda de si seré yo la equivocada, porque todo sucede fuera de un marco lógico», rememora.

Todo comenzó para Eva cuando tenía 18 años. Con un pasado de abusos y una familia desestructurada, su falta de fe en el sistema la llevó a crecer con desconfianza. «En esa brecha se te abre un mundo entero de posibilidades», cuenta. Pero cuando Eva comienza a sanar le proponen seguir y ‘elevarse’ espiritualmente, cada vez más. Para ellos nunca es suficiente. «Te van diciendo que no solo tienes que limpiar tu alma sino la de todas las vidas anteriores que te van diciendo, para poder curarte finalmente. ¿Quién no querría mejorar y liberarse de una carga que no ha decidido poner encima suya?», se pregunta Eva. Una vez que empezó a invertir en terapias que pueden llegar incluso a los 250 euros, la bombardean diciéndole que solo ella tiene el poder de su curación, un falso empoderamiento que al final termina haciéndola esclava de un mundo que apenas comprende, como ella misma reconoce ahora.

Solo hace un mes, dice Eva, que se le cayó ‘la venda’, después de haber invertido miles de euros en decenas de cursos de reiki (una terapia japonesa relacionada con la energía), capacitaciones de tantra (esoterismo oriental), retiros de constelaciones familiares (para descubrir si se repiten patrones de comportamiento ‘heredados’ de su familia), un pensamiento mágico que estas personas desconocen y contra el que tampoco tienen herramientas para discernir lo que está ocurriendo.

EL TESTIMONIO DE EVA

«Vas metiendo dinero hasta perder la cuenta. El problema no es meditar sino cómo acabas enganchado como una mosca»

«Ya no es una terapia sino todo lo que comienzas a creer en lo relativo al alma, la creación, la espiritualidad y el supuesto empoderamiento que te dan. Y así vas metiendo dinero, dinero y más dinero hasta perder la cuenta». «El problema no es meditar, no es hablar de lo que te duele, sino la historia que ellos van construyendo y a la que te quedas enganchado como una mosca. Sintiendo ilusoriamente que tienes el poder de sanar y que no dependes del sistema, cuando lo que realmente estás haciendo es depender de otro, hasta donde te dejes engañar», argumenta esta afectada.

El segundo punto de inflexión le llegó el día en que Eva dejó de ser alumna para convertirse en profesora, o coach, como se le conoce en ese mundo. «Me descuadró la gran confianza que tantas personas ponían de repente en mí. Al final te das cuenta de que había gente dando el poder a otra persona para hacer con ellos lo que quisieran, y verlo desde el otro lado no me gustó. Cuando di una charla delante de mucha gente que me aplaudía e idolatraba tuve una sensación tan fuerte que lo dejé todo. Dije que no quería pertenecer a la industria. Allí dentro te dicen que si te sientes mal es porque estás trabajando en tus problemas, pero la realidad es que accedes a situaciones donde están vulnerando tus límites, cediendo ante personas que atentan contra tu propia libertad», añade la joven.

Los retiros como el de Eva han encontrado este verano su eclosión. «Hemos detectado más este tipo de actividades, quizá porque venimos de dos o tres años de pandemia en los que no se podían hacer, y estos grupos se aprovechan de esas necesidades además de la corriente que busca lo natural, pero lo aprovechan mal porque hacen actividades sin ningún tipo de evidencia científica», explica Ricardo Mariscal, portavoz de Salud sin Bulos. Desde esta plataforma han enumerado los peligros que se esconden tras las estancias veraniegas. «Este tipo de eventos busca rendimiento no solo económico sino también captación a largo plazo», explica Mariscal. «Practican desde la bioneuroemoción -una terapia que te culpa de tus males y hace que abandones la medicina tradicional- hasta el yoga para curar enfermedades», añade. Allí, los gurús que dicen ser médicos aprovechan para vender sus productos. Es el caso del agricultor Josep Pàmies, que atrae hasta Balaguer (Lérida) a cientos de personas. Allí promueve la utilización del dióxido de cloro (CDS) o el «suplemento mineral milagroso» (MMS, por sus siglas en inglés), una sustancia que pura resulta 60 veces más tóxica que la lejía del hogar. Pero también otras técnicas de ‘biohacking’, exponiendo el cuerpo a desafíos extremos sin supervisión médica.

Problemas mentales

Francisco (nombre ficticio) se interesó por el ‘new age’ desde adolescente y desde un punto de vista teórico, pero poco antes de cumplir los 20 años y en plena época de experimentación con las drogas, alguien le habló de los alucinógenos, prometiéndole experiencias «muy intensas y profundas». Su primer retiro espiritual fue una actividad guiada en la que usaban una técnica de respiración para alcanzar un estado alterado de consciencia. Después de aquello vinieron otros retiros de diverso tipo: vivencias con ayahuasca (o yagé, una bebida indígena usada en la medicina tradicional sudamericana y que produce efectos alucinógenos), canto armónico (la expresión del alma a través de la voz), etc.

EL TESTIMONIO DE FRANCISCO

«Hay personas que están todos los fines de semana enganchados a este tipo de actividades a 300 euros por dos noches»

Francisco reconoce que hay personas que están prácticamente todos los fines de semana enganchados a actividades como éstas, que pueden alcanzar los 300 euros por apenas dos noches. En su caso, cree que es el «bombardeo de amor» (una peligrosa técnica de abuso emocional en el que una persona usa grandes gestos, obsequios y declaraciones de amor para ganarse la confianza y el afecto de alguien) y la apertura emocional que no se suele dar en otros ámbitos lo que los «engancha», aunque al final ese amor sea superficial.

El consumo de drogas alucinógenas terminó derivando en Francisco en una enfermedad mental y tardó muchos años en entender, según cuenta ahora, «que este tipo de creencias, actividades y pseudoterapias eran negativos». Sin embargo, «gracias» a esa misma enfermedad, dejó de acudir a retiros de ese tipo. «Dudar e informarme me hizo desechar este tipo de cuestiones de mi vida. El marco científico me ayudó a entenderlo todo de otra forma, a asumir el error en el que había estado inmerso durante tantos años», rememora.

Proceso de captación

Estos grupos se aprovechan de los colectivos vulnerables o con problemas psicológicos o para relacionarse socialmente, suelen estar contra la medicina académica y las sociedades científicas. Aunque parten desde cierta predisposición, como explica Mariscal, el proceso de captación es «paulatino», alejándose de la sociedad y de las noticias para centrarse en contenidos negacionistas que encuentran en internet. Las redes y los grupos de Telegram se convierten en su fuente de información.

«El factor común de las personas que terminan enganchadas es la vulnerabilidad: estos movimientos se presentan como salvadores ante las cosas que han perdido (pareja, relación, amigos, trabajos)», apunta Carlos Sanz, psicólogo general sanitario. En contra de lo que se pueda pensar, son personas «idealistas, incluso con un coeficiente intelectual superior a la media, con carreras universitarias y que se toman en serio lo de cambiar el mundo», describe el experto, especializado en este tipo de tendencias. «Una vez dentro, la presión grupal es increíble y te puede llegar a hacer cosas que antes no te habías planteado», argumenta Sanz a la vez que pide una mayor protección social que no se base en un «usted es mayor de edad y se lo buscó».

En verano, los retiros vacacionales pueden ser una propuesta interesante de cara a unos días de descanso. Sin embargo, no todas las ofertas son fiables. Según el estudio Los retiros más peligrosos para la salud, está creciendo el número de ofertas entre las que se esconden pseudoterapias dirigidas por sectas, potencialmente dañinas para nuestra salud, nuestra economía o nuestro bienestar social.
 Queremos profundizar en las conslusiones de este estudio con dos de sus autores: el psicólogo Carlos Sanz Andrea y el investigador de sectas Luis Santamaría del Río, que han colaborado junto al Instituto Salud sin Bulos. Escucha con atención su conversación con Mara Peterssen.

 EL GALLO QUE NO CESA en rtve  17/08/2022

PARA ESCUCHAR:

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